La tramitación de la declaración va a durar un máximo de un par de años
OVIEDO, 26 Ene.
La Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo ha iniciado el desarrollo a fin de que la civilización del azabache sea declarada bien de interés cultural (BIC) de carácter inmaterial.
El desarrollo va a durar un máximo de un par de años y recabará reportes de la Academia de la Historia, la Universidad de Oviedo y el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea). Posteriormente, va a ser el pleno del Consejo de Patrimonio el responsable de aprobar terminantemente la protección familiar, en el caso de que los dictámenes sean convenientes.
El Boletín Oficial del Principado (Bopa) publica este jueves la resolución por la que se incoa el expediente que dejará dar protección familiar a esta industria artesana dada su incontestable importancia cultural y popular ya hace siglos, singularmente en la región de Les Mariñes, en Villaviciosa.
La cultura del azabache tiene una angosta vinculación con el Camino de Santiago desde el período medieval. La ruta jacobea contribuyó asombrosamente al avance de la artesanía y la talla del mineral por toda Europa. La importancia de la actividad azabachera en Compostela está sobradamente acreditada, de la misma sus conexiones con los artesanos asturianos, en tanto que el Principado tenía el yacimiento mucho más próximo del mineral.
La vida de un yacimiento de azabache de inusual calidad en Asturias dejó, ahora desde épocas recónditas, su explotación minera y su aprovechamiento artesanal, tal es así que brotó una cultura fundamentada en las características de este singular mineral.
Esta trayectoria histórica y artística se identifica con un área geográfica cierta, Les Mariñes de Villaviciosa y sus inmediaciones, donde pervivió la tradición minera hasta hace unos cuantos décadas y donde se nucléa el mayor número de artesanos que aún prosiguen vinculados al azabache.
El trabajo de azabachero, el día de hoy aminorado en número, realiza y comercializa esencialmente 2 géneros de modelos: piezas habituales de las que desarrollan una enorme producción --por poner un ejemplo, ciguas que se venden en la mayoría de los casos al mercado compostelano y asturiano--, y piezas de joyería que van de talleres en los que se define un estilo propio, haciendo un trabajo el diseño y una elaboración propia y también renovadora, en una línea que tiene dentro nuevos materiales. Ambas tienen vigor y mercado.