El Reino de Asturias tuvo su origen en la resistencia de la población hispano-visigoda frente a la invasión musulmana en el siglo VIII. Tras la derrota visigoda en la Batalla de Guadalete en el año 711, los cristianos comenzaron a refugiarse en las montañas del norte de la península Ibérica, en lo que hoy es Asturias. Fue en este contexto de resistencia que surgió el reino asturiano, encabezado por Pelayo, quien se convirtió en el primer monarca de la nueva entidad política.
Desde sus inicios, el Reino de Asturias mantuvo una constante lucha contra el dominio musulmán en la península. Durante el reinado de Alfonso I, también conocido como Alfonso el Católico, se produjo la famosa Batalla de Covadonga en el año 722, donde las fuerzas asturianas dirigidas por Pelayo lograron una importante victoria sobre los musulmanes. Este hecho marcó el inicio de la Reconquista, un proceso que duró varios siglos y que culminó con la expulsión de los musulmanes de la península en 1492.
Tras la victoria en Covadonga, el Reino de Asturias comenzó a expandirse y consolidarse como una entidad política independiente. Durante los siglos VIII y IX, los monarcas asturianos continuaron la lucha contra los musulmanes, ampliando sus territorios y fortaleciendo su poderío. Fue durante el reinado de Alfonso II, apodado Alfonso el Casto, que se trasladó la capital del reino a Oviedo y se construyó la Iglesia de Santa María del Naranco, un destacado ejemplo de la arquitectura asturiana de la época.
El Reino de Asturias dejó un importante legado cultural y artístico que perdura hasta nuestros días. La arquitectura asturiana, caracterizada por sus elementos prerrománicos y su influencia bizantina, es uno de los principales legados de este periodo. Además de la Iglesia de Santa María del Naranco, destacan también la Iglesia de San Miguel de Lillo y la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, consideradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
A pesar de su importancia en la historia de España, el Reino de Asturias comenzó a decaer a partir del siglo X. Las luchas internas por el poder, la presión de los reinos vecinos y la llegada de los normandos al norte de la península contribuyeron al debilitamiento de la monarquía asturiana. En el año 910, el reino fue dividido en dos entidades separadas: el Reino de León y el Condado de Castilla, marcando así el final de la era asturiana.
A pesar de su desaparición como entidad política, el Reino de Asturias sigue siendo una parte fundamental de la historia y la identidad de Asturias y de España en general. Su papel en la resistencia frente a la invasión musulmana, su contribución a la Reconquista y su legado cultural y artístico son aspectos que han dejado una huella imborrable en la historia de la península Ibérica. Hoy en día, la arquitectura prerrománica asturiana es un importante atractivo turístico y cultural, atrayendo a visitantes de todo el mundo interesados en conocer el legado de este antiguo reino.