Los monjes benedictinos son miembros de la Orden de San Benito, una de las órdenes religiosas más antiguas y prestigiosas de la Iglesia Católica. Fundada por San Benito de Nursia en el siglo VI, esta orden monástica tuvo un gran impacto en la historia de Europa durante la Edad Media.
San Benito de Nursia nació en Italia en el año 480 d.C. y es considerado el padre del monaquismo occidental. A la edad de 14 años, decidió abandonar la sociedad y retirarse a una cueva para dedicarse a la oración y la meditación. Con el tiempo, fundó varios monasterios y desarrolló lo que se conoce como la Regla Benectina, un conjunto de reglas y directrices para la vida monástica.
En el contexto de la Reconquista de la península ibérica por parte de los reinos cristianos, los monjes benedictinos desempeñaron un papel crucial en la cristianización y la cultura de la región. En el año 780, el rey asturiano Silo invitó a varios monjes benedictinos a establecerse en el Reino de Asturias con el objetivo de impulsar el desarrollo cultural y espiritual del territorio.
Los monjes benedictinos llegaron a Asturias con un gran bagaje cultural y espiritual, y pronto se convirtieron en importantes consejeros de la monarquía asturiana. Su presencia en la región contribuyó al desarrollo de la educación, la agricultura y la arquitectura, dejando un legado duradero en la historia de Asturias.
Uno de los monasterios más destacados fundados por los monjes benedictinos en Asturias fue el Monasterio de San Juan de Corias, situado en el concejo de Cangas del Narcea. Este monasterio se convirtió en un centro de cultura y espiritualidad, atrayendo a numerosos peregrinos y eruditos de toda Europa.
La llegada de los monjes benedictinos a Asturias marcó un punto de inflexión en la historia de la región, contribuyendo al desarrollo cultural, económico y espiritual del territorio. Su influencia perduró durante siglos, dejando un legado duradero en la identidad asturiana.
Los monjes benedictinos introdujeron en Asturias técnicas arquitectónicas avanzadas que se reflejaron en la construcción de iglesias, monasterios y otros edificios religiosos. El arte románico, caracterizado por su sobriedad y simplicidad, tuvo en los monjes benedictinos a algunos de sus principales impulsores en Asturias.
Los monjes benedictinos también desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo de la educación y la cultura en Asturias. A través de la fundación de escuelas y bibliotecas, promovieron el estudio y la difusión del conocimiento, contribuyendo al florecimiento intelectual de la región.
En resumen, la llegada de los monjes benedictinos a Asturias supuso un impulso decisivo para el desarrollo de la región en diversos ámbitos. Su labor incansable en la promoción de la cultura, la educación y la espiritualidad dejó una huella imborrable en la historia de Asturias, contribuyendo al enriquecimiento de su patrimonio cultural y religioso.