Crónica Asturias.

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Investigación concluye que la radiación en tormentas de arena del Sáhara no representa peligro para la salud.

Investigación concluye que la radiación en tormentas de arena del Sáhara no representa peligro para la salud.

OVIEDO, 31 de enero. Recientes hallazgos de una investigación llevada a cabo por universidades de renombre, como la Universidad de Oviedo y la Universidad París-Saclay, han arrojado luz sobre la radiactividad de las tormentas de arena provenientes del Sahara. De acuerdo a estos estudios, el contenido radiactivo en este material es "muy inferior" a los niveles que podrían representar un riesgo para la salud humana. Estos descubrimientos desmantelan mitos comunes acerca de un vínculo entre la calima y las pruebas nucleares realizadas por Francia en el desierto argelino durante la década de 1960.

El proyecto, dirigido por Germán Orizaola, profesor de Zoología en la Universidad de Oviedo, y Olivier Evrard, de la Universidad París-Saclay, ha sido publicado en la prestigiosa revista 'Science Advances' de la Academia Americana para el Avance de las Ciencias. La investigación no solo destaca la académica colaboración internacional, sino que también ofrece una visión rigurosa sobre un fenómeno que ha suscitado importante atención mediática y preocupación social en los últimos años.

La Universidad de Oviedo ha mencionado en un comunicado que los episodios de calima, o tormentas de arena, que provienen del Sahara y afectan a Europa son cada vez más comunes. En marzo de 2022, Occidente europeo vivió un evento de calima sin precedentes, notable tanto por su duración como por la cantidad de material que se depositó. Gracias a análisis geoquímicos y mineralógicos, así como imágenes satelitales, los investigadores pudieron determinar con exactitud el origen de estas tormentas en el sur de Argelia, concluyendo que los niveles de radiactividad eran insignificantes en comparación con criterios de salud aceptados.

Germán Orizaola subrayó la importancia de estos resultados, indicando que los fenómenos de calima suelen provocar alarmas injustificadas en la sociedad debido a la percepción de que pueden contener altos niveles de material radiactivo, especialmente dado que su origen se sitúa en una región vinculada históricamente a pruebas nucleares francesas. Sin embargo, los datos recolectados han confirmado que no existe relación entre la radiactividad presente en las calimas y aquellas pruebas nucleares.

Los investigadores encontraron que el nivel promedio de cesio radiactivo en las muestras analizadas fue de 14 Bq/kg, claramente por debajo de los niveles permitidos en alimentos, que son de 1000 Bq/kg y 400 Bq/kg para productos infantiles. En un análisis más profundo, los niveles de cesio radiactivo en el aire durante estos episodios se calcularon en mil millones de veces inferiores a los estándares establecidos por la Unión Europea, concluyendo que este evento no representó ningún riesgo para la salud de los ciudadanos.

El equipo de investigación se dedicó a analizar la composición mineral y geoquímica de todas las muestras recolectadas, incluyendo un estudio detallado sobre la concentración de 31 elementos químicos y isótopos de plomo en varias localidades. Estos análisis, combinados con datos de estaciones de medición de calidad de aire en Europa y fotografías satelitales, permitieron determinar el origen de la calima con suma precisión. La presencia de un mineral arcilloso denominado palygorskita y las proporciones de isótopos de plomo indicaron claramente que los sedimentos provenían del sur de Argelia, un hallazgo validado adicionalmente por imágenes satelitales.

El sur de Argelia, identificado como la fuente del episodio de calima de marzo de 2022, incluye la región de Reggane, donde se llevaron a cabo las primeras pruebas nucleares francesas en 1960. En esta área se realizaron un total de 17 pruebas nucleares, de las cuales 4 fueron atmosféricas entre 1960 y 1961 y 13 subterráneas entre 1961 y 1966. Esta vinculación con el pasado nuclear ha intensificado las preocupaciones respecto a la posibilidad de que las calimas transporten material radiactivo a Europa.

Ante esta inquietud, los científicos llevaron a cabo un análisis exhaustivo de la concentración de diferentes isótopos de plutonio y cesio para evaluar la autenticidad de esta preocupación. Sin embargo, descubrieron que las proporciones de radiactividad no coincidían con la huella isotópica de las explosiones nucleares francesas, sino que más bien correspondían a la señal global de radiación generada por las pruebas nucleares de la Unión Soviética y Estados Unidos en las décadas de 1950 y 1960. Orizaola afirmó que este trabajo representa un análisis sólido que desmitifica la idea de que las calimas transportan material radiactivo de pruebas nucleares en el Sáhara.

La investigación no solo se beneficiaron de las contribuciones institucionales, sino que se organizó en torno a un llamado a la participación ciudadana, incentivando la recolección de muestras en varios países europeos. Coordinada por Ana Elisa Valdés del IMIB, el proyecto logró recoger 110 muestras de polvo sahariano, gracias a la notable colaboración de 69 voluntarios, principalmente de España, pero también de Francia y Austria.

La notable participación ciudadana en este esfuerzo, unida a la cooperación internacional y al uso de datos de agencias ambientales, subraya la importancia del interés social en la ciencia y el valor de mantener estructuras científicas públicas. Estos resultados no solo aportan claridad sobre un tema de preocupación pública, sino que también destacan el compromiso colectivo hacia la investigación científica y la salud pública.