El geólogo José Antonio Sáenz de Santamaría ha afirmado que la trágica explosión en la mina de Cerredo, que resultó en cinco muertes y varios heridos, es un incidente excepcional en el campo de la minería. A su juicio, las explosiones de grisú son eventos raros en el panorama actual de la extracción de carbón, promovida por avances tecnológicos significativos desde los días de minería más rudimentaria del siglo pasado.
Sáenz de Santamaría, quien ha sido parte integral de investigaciones sobre explosiones en minas, recuerda con pesar el trágico suceso de 1995 en el pozo Nicolasa, en el que perdieron la vida 14 mineros. En su análisis reciente sobre el fatal incidente en Degaña, el experto ha subrayado que, a pesar de las circunstancias históricas que generan preocupaciones sobre la seguridad minera, las condiciones actuales son mucho más seguras debido a la modernización de las instalaciones, como es el caso de la mina de Cerredo, que cuenta con un diseño moderno y adecuado para operaciones de gran escala.
La mina en cuestión, según el geólogo, estaba siendo evaluada por su potencial para extraer grafito, un mineral presente en las capas de carbón de la región. Sin embargo, el ingeniero advierte que la investigación deberá esclarecer por qué los trabajadores se encontraban en la ubicación donde ocurrió la explosión, y qué condiciones específicas llevaron a este desafortunado accidente.
En cuanto a las causas de la explosión, Sáenz de Santamaría señala que según el conocimiento técnico, se requieren tres condiciones esenciales: la acumulación de grisú, una concentración adecuada de gas en el aire y una chispa que sirva como detonante. Esta combinación de factores es lo que hace que un evento de estas características sea tan improbable en el contexto de la minería moderna.
El experto compara la situación con incidentes aéreos, indicando que, al igual que en la aviación, no se puede determinar con certeza si una tragedia como la de Cerredo podría haberse evitado. "Es una cuestión compleja", afirma, añadiendo que, aunque la probabilidad de accidentes mineros ha sido significativamente reducida por las normativas y medidas de seguridad, siempre existe un margen para la inusual confluencia de eventos que lleven a un desastre.
Sáenz de Santamaría, con una experiencia destacada en el sector, reitera que la actividad minera es una de las más reguladas de la nación, con exigencias normativas que superan las de otras industrias. Existe una amplia gama de sensores y tecnologías en operación que deberían ayudar a prevenir tales incidentes, pero la indefinición sobre si se cumplían todos los protocolos en el momento de la explosión es algo que será evaluado a fondo.
Finalmente, el geólogo anticipa que la investigación tras este desafortunado incidente será prolongada y compleja, citando la experiencia de la evaluación de otros accidentes mineros que pueden tardar desde meses hasta años en arrojar conclusiones precisas. Sin embargo, confía en que, al final, se esclarecerán las responsabilidades involucradas y la verdad sobre lo que realmente sucedió en la mina de Cerredo saldrá a la luz.
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