Mendoza se autodenomina "joven promesa" y hace humor sobre su vanidad al recibir el Premio Princesa de las Letras.
OVIEDO, 24 de octubre.
El notable escritor español Eduardo Mendoza ha sido distinguido hoy con el Premio Princesa de las Letras, un reconocimiento que ha aceptado con evidentemente emoción y un toque de humor característico de su personalidad literaria, al plantearse como "una joven promesa en el ámbito de la narrativa española". En tono jocoso, mencionó: "Lo que nunca se pierde es la vanidad, no la esperanza."
Mendoza, quien expresó que este premio representa para él una "sorpresa, un honor y un verdadero placer", puntualizó que el galardón no es únicamente un reconocimiento a su trayectoria personal, sino más bien a la suma de su trabajo literario. "Una obra es el resultado de muchos elementos", comentó, haciendo hincapié en la "fortuna de crecer en un entorno lleno de libros" y en la influencia de figuras que estimularon su pasión por la lectura, brindándole un acceso a una "numerosa colección de obras literarias".
En su discurso, el autor reflexionó sobre su formación, a la que describió como "estricta, monótona y asfixiante". Aseguró que le inculcaron "los valores del esfuerzo, la economía y el honor", lo que paradójicamente lo ha llevado a resultar "perezoso, derrochador y un poco travieso”, rasgos que, a su entender, han sido ventajosos en su carrera como novelista.
Mendoza también subrayó el impacto que ha tenido su ciudad natal, Barcelona, en su labor creativa. La describió como un lugar "cálido y soleado, a la vez sereno y trabajador, pero con un carácter portuario, rebelde y astuto", lo que la convierte en un escenario ideal y fuente de inspiración para su obra.
A pesar de evitar confrontar la actualidad política y social, el autor manifestó su descontento con el mundo tal como lo percibe hoy. Reconoció haber disfrutado de una etapa de paz y estabilidad prolongada y, a su edad, expresó su deseo de apreciar el presente en lugar de lamentar lo que falta, aunque se mostró pesimista sobre esa posibilidad.
En medio de sus agradecimientos, Mendoza hizo mención a la invalorable contribución de amigos, maestros y seres queridos, aludiendo también a la lealtad y el apoyo de sus lectores. “Si he proporcionado alguna alegría, ellos me lo han devuelto con creces”, apuntó con su característico humor, añadiendo de manera jocosa que “el resto de los méritos son solo míos, ya es suficiente modestia”.
Nacido en Barcelona el 11 de enero de 1943, Eduardo Mendoza es un renombrado novelista, dramaturgo y traductor. Se graduó en Derecho en 1965 en la Universidad de Barcelona y tras recorrer Europa, obtuvo en 1966 una beca en Londres para estudiar Sociología.
A su regreso a Barcelona en 1967, trabajó como abogado y en 1973 se trasladó a Nueva York, donde desempeñó labores como traductor para las Naciones Unidas hasta 1982. Posteriormente, volvió a Barcelona, continuando con su carrera como traductor en instituciones internacionales. En 1995 comenzó a impartir clases de traducción en la Universidad Pompeu Fabra, al tiempo que colaboraba regularmente con diversos medios de comunicación.
La obra de Mendoza, traducida a múltiples idiomas, se desarrolla en su mayoría en la ciudad condal y fue inaugurada con la novela "La verdad sobre el caso Savolta" en 1975. Este debut, considerado por la crítica como un hito de la Transición española, combina elementos de la novela gótica, la ciencia ficción y el noir, enmarcados en un estilo distintivo que incluye humor, sátira y parodia. Este año se conmemorará el quincuagésimo aniversario de su primera novela, que marcó un antes y un después en la narrativa española.
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